Este ensayo argumentará el rol del analista de políticas públicas, considerando que la actividad que realiza es compleja, definiendo de manera precisa cual es su función, su alcance, procedimientos y limitaciones, ya que dependiendo de su capacidad estratégica serán las decisiones que tome.
Aguilar (1992) concuerda con Lindblom (1992) y Majone (1997) en indicar que la hechura de políticas públicas es una actividad artesanal, ya que su objetivo es producir evidencias y argumentos persuasivos para la toma de decisiones, haciendo uso de instrumentos tanto cualitativos como cuantitativos (Garson, 1992), conociendo sus limitaciones (Aguilar, 1992) y considerando la empatía con el medio para que sus conocimientos trasciendan a la practicidad, de tal forma más que una decisión sea óptima, sea factible (Lindblom, 1992).
Lindblom (1992) visualiza al analista de políticas públicas como un artesano, pues considera al análisis como arte, ya que es una actividad compleja y precisa, pues como lo indica Wildavsky (citado en Majone, 1997) el análisis de las políticas públicas tiene como objetivo mejorar las preferencias de los ciudadanos, por ello el conocimiento del analista tiene que trascender a la practicidad (Lindblom, 1992), es decir mostrar a los decisores que la estrategia que propone es la ideal (Aguilar, 1992).
En 1951 Lasswell, sostenía que la relación entre la ciencia política y el análisis de políticas públicas existiría siempre. Sin embargo la metodología que utiliza cada una es diferente, la confrontación entre métodos cuantitativos y análisis de caso, han sido difíciles tanto en la ciencias políticas como en el análisis de las políticas públicas, no obstante, los métodos de análisis surgidos después de la Segunda Guerra Mundial fueron suficientes para justificar la vinculación entre estos dos paradigmas (Lasswell, 1992; Garson, 1992).
La orientación del análisis de políticas públicas está basado en dos enfoques contemporáneos, la orientación empírico-analítica y la orientación neopluralista, estos basados en la corriente sinóptica (basada en los métodos cuantitativos y análisis de sistemas) y antisinóptica (basado en el análisis de casos), ambas corrientes son complementarios para el análisis de políticas públicas (Garson, 1992).
El analista de políticas públicas se enfoca en la búsqueda de la mejor política pública, evaluados en término de eficiencia, equidad, practicidad, la cual como lo indica Majone (1997) y Aguilar (1992), debe considerar la comunicación del gobierno con el público, al que habrá que convencer a través de evidencias y argumentos convincentes haciendo uso del método científico y aspectos teóricos, herramientas que durante la Segunda Guerra Mundial habían sido utilizados en decisiones bélicas y económicas.
El analista de políticas públicas toma la mejor decisión, como resultado de la combinación de las habilidades que proporcionan las ciencias que se encuentran en la corriente sinóptica como la investigación de operaciones, matemáticas, estadísticas, economía, así como habilidades que adquiere de las ciencias que se encuentran dentro de la corriente antisinóptica como la sociología, psicología, con un enfoque mucho más humanístico rescatando la importancia que tienen los valores, es así que el análisis de las políticas públicas no puede ser exclusiva de algunas ciencias, ya que resultaría inoperante, con estos elementos permitirá al analista descomponer el problema en sus partes (Aguilar, 1992).
El analista de políticas públicas deberá poseer habilidades retóricas y dialécticas, las cuales le permitirán definir un problema desde diferentes puntos de vista, elaborar un argumento haciendo uso de fuentes diferentes, adaptar el argumento al auditorio y educar a la opinión pública, en este sentido la retórica es importante ya que genera que el gobierno como los grupos políticos se rigen bajo la estructura de la conciencia jurídica, y qué sus conocimientos respecto de las políticas públicas son basados en su experiencia, destreza técnica y manejo de éstas (Majone, 1997).
Las herramientas descriptivas y analíticas, así como la visión retrospectiva y la prospectiva son habilidades que el analista debe desarrollar, para así identificar con mucho mayor facilidad el objetivo a lograr, las acciones que se llevarán acabo y sus alternativas, haciendo uso de la argumentación toda vez que se considera es el primer paso para llevar a cabo la formulación de la política pública, además de que la argumentación como tal la encontraremos en todos los procesos relacionados toda vez que no importan donde, cómo o cuándo siempre debe existir un argumento de validez, de persuasión o de simple necesidad (Majone, 1997).
El analista de políticas públicas se encuentra limitado por condiciones económicas, fiscales, aspectos constitucionales, políticos, reglamentarios, tecnológicos, administrativos, culturales, cuestiones como grupos de poder, valores establecidos en una sociedad; es así que deberá tener la capacidad de realizar un análisis de factibilidad, sobre todo capaz de visualizar más allá de las limitaciones comunes, de tal forma que tome la decisión de la opción más viable (Aguilar, 1992).
El alcance del analista de políticas públicas se avoca en la solución de problemas públicos, la ejecución de objetivos, basado en criterios racionales de eficacia-eficiencia, la equidad pública y viabilidad política son considerados así como su factibilidad organizativa-administrativa. Algunas actividades del analista de políticas son: la asignación de recursos, evaluación de programas, considerando que está no es una ciencia exacta para la solución de problemas públicos el analista si debe poseer la capacidad de decisión racional (Aguilar, 1992).
A pesar de los elementos, habilidades, el alcance, que los diversos autores concluyen tiene el analista de políticas públicas, en la realidad, en muchas ocasiones se toman decisiones únicamente en respuesta a intereses particulares, sin que estás sean realmente la mejor decisión, más que la satisfacción de la sociedad satisface intereses políticos este escenario es más común en países en desarrollo, donde la sociedad, no tiene el conocimiento para evaluar y exigir (Aguilar, 1992).
Se concluye entonces que el analista de políticas públicas, se caracteriza por realizar una actividad compleja, por lo que debe poseer habilidades, técnicas, conocimientos, modelos y valores con el objetivo de generar evidencias y argumentos y su éxito depende del conocimiento de las posibilidades y limitaciones de los instrumentos que utilizará así como la empatía con su medio, su capacidad de hacer un uso provechoso de estos elementos convierte al analista en un artesano, ya que será capaz de generar sólidos argumentos.
En general el buen analista será aquel capaz de identificar que la decisión más que óptima será viable, así como de contribuir al aprendizaje social refinando los criterios de evaluación de los programas públicos, su importancia radica tomar las decisiones con base a términos de eficiencia y su capacidad estratégica para el beneficio de la sociedad.
Aguilar (1992) concuerda con Lindblom (1992) y Majone (1997) en indicar que la hechura de políticas públicas es una actividad artesanal, ya que su objetivo es producir evidencias y argumentos persuasivos para la toma de decisiones, haciendo uso de instrumentos tanto cualitativos como cuantitativos (Garson, 1992), conociendo sus limitaciones (Aguilar, 1992) y considerando la empatía con el medio para que sus conocimientos trasciendan a la practicidad, de tal forma más que una decisión sea óptima, sea factible (Lindblom, 1992).
Lindblom (1992) visualiza al analista de políticas públicas como un artesano, pues considera al análisis como arte, ya que es una actividad compleja y precisa, pues como lo indica Wildavsky (citado en Majone, 1997) el análisis de las políticas públicas tiene como objetivo mejorar las preferencias de los ciudadanos, por ello el conocimiento del analista tiene que trascender a la practicidad (Lindblom, 1992), es decir mostrar a los decisores que la estrategia que propone es la ideal (Aguilar, 1992).
En 1951 Lasswell, sostenía que la relación entre la ciencia política y el análisis de políticas públicas existiría siempre. Sin embargo la metodología que utiliza cada una es diferente, la confrontación entre métodos cuantitativos y análisis de caso, han sido difíciles tanto en la ciencias políticas como en el análisis de las políticas públicas, no obstante, los métodos de análisis surgidos después de la Segunda Guerra Mundial fueron suficientes para justificar la vinculación entre estos dos paradigmas (Lasswell, 1992; Garson, 1992).
La orientación del análisis de políticas públicas está basado en dos enfoques contemporáneos, la orientación empírico-analítica y la orientación neopluralista, estos basados en la corriente sinóptica (basada en los métodos cuantitativos y análisis de sistemas) y antisinóptica (basado en el análisis de casos), ambas corrientes son complementarios para el análisis de políticas públicas (Garson, 1992).
El analista de políticas públicas se enfoca en la búsqueda de la mejor política pública, evaluados en término de eficiencia, equidad, practicidad, la cual como lo indica Majone (1997) y Aguilar (1992), debe considerar la comunicación del gobierno con el público, al que habrá que convencer a través de evidencias y argumentos convincentes haciendo uso del método científico y aspectos teóricos, herramientas que durante la Segunda Guerra Mundial habían sido utilizados en decisiones bélicas y económicas.
El analista de políticas públicas toma la mejor decisión, como resultado de la combinación de las habilidades que proporcionan las ciencias que se encuentran en la corriente sinóptica como la investigación de operaciones, matemáticas, estadísticas, economía, así como habilidades que adquiere de las ciencias que se encuentran dentro de la corriente antisinóptica como la sociología, psicología, con un enfoque mucho más humanístico rescatando la importancia que tienen los valores, es así que el análisis de las políticas públicas no puede ser exclusiva de algunas ciencias, ya que resultaría inoperante, con estos elementos permitirá al analista descomponer el problema en sus partes (Aguilar, 1992).
El analista de políticas públicas deberá poseer habilidades retóricas y dialécticas, las cuales le permitirán definir un problema desde diferentes puntos de vista, elaborar un argumento haciendo uso de fuentes diferentes, adaptar el argumento al auditorio y educar a la opinión pública, en este sentido la retórica es importante ya que genera que el gobierno como los grupos políticos se rigen bajo la estructura de la conciencia jurídica, y qué sus conocimientos respecto de las políticas públicas son basados en su experiencia, destreza técnica y manejo de éstas (Majone, 1997).
Las herramientas descriptivas y analíticas, así como la visión retrospectiva y la prospectiva son habilidades que el analista debe desarrollar, para así identificar con mucho mayor facilidad el objetivo a lograr, las acciones que se llevarán acabo y sus alternativas, haciendo uso de la argumentación toda vez que se considera es el primer paso para llevar a cabo la formulación de la política pública, además de que la argumentación como tal la encontraremos en todos los procesos relacionados toda vez que no importan donde, cómo o cuándo siempre debe existir un argumento de validez, de persuasión o de simple necesidad (Majone, 1997).
El analista de políticas públicas se encuentra limitado por condiciones económicas, fiscales, aspectos constitucionales, políticos, reglamentarios, tecnológicos, administrativos, culturales, cuestiones como grupos de poder, valores establecidos en una sociedad; es así que deberá tener la capacidad de realizar un análisis de factibilidad, sobre todo capaz de visualizar más allá de las limitaciones comunes, de tal forma que tome la decisión de la opción más viable (Aguilar, 1992).
El alcance del analista de políticas públicas se avoca en la solución de problemas públicos, la ejecución de objetivos, basado en criterios racionales de eficacia-eficiencia, la equidad pública y viabilidad política son considerados así como su factibilidad organizativa-administrativa. Algunas actividades del analista de políticas son: la asignación de recursos, evaluación de programas, considerando que está no es una ciencia exacta para la solución de problemas públicos el analista si debe poseer la capacidad de decisión racional (Aguilar, 1992).
A pesar de los elementos, habilidades, el alcance, que los diversos autores concluyen tiene el analista de políticas públicas, en la realidad, en muchas ocasiones se toman decisiones únicamente en respuesta a intereses particulares, sin que estás sean realmente la mejor decisión, más que la satisfacción de la sociedad satisface intereses políticos este escenario es más común en países en desarrollo, donde la sociedad, no tiene el conocimiento para evaluar y exigir (Aguilar, 1992).
Se concluye entonces que el analista de políticas públicas, se caracteriza por realizar una actividad compleja, por lo que debe poseer habilidades, técnicas, conocimientos, modelos y valores con el objetivo de generar evidencias y argumentos y su éxito depende del conocimiento de las posibilidades y limitaciones de los instrumentos que utilizará así como la empatía con su medio, su capacidad de hacer un uso provechoso de estos elementos convierte al analista en un artesano, ya que será capaz de generar sólidos argumentos.
En general el buen analista será aquel capaz de identificar que la decisión más que óptima será viable, así como de contribuir al aprendizaje social refinando los criterios de evaluación de los programas públicos, su importancia radica tomar las decisiones con base a términos de eficiencia y su capacidad estratégica para el beneficio de la sociedad.
Celia Chavez Gallardo